Acércate al Señor con tu necesidad como eres, y apóyate en
su gran amor, incondicional hacia ti. No tienes que aparentar ser más de lo que
eres para recibir la bendición que necesitas de Dios. No tienes que fingir ser
otra persona y aparentar ser más digno para recibir de Dios.
Una mujer cananea que buscaba desesperadamente la sanidad de
su hija endemoniada vino a Jesús. (Mateo 15: 22-28) Sabiendo que sanó e hizo
milagros entre los Judíos, pretendía ser Judía, diciendo en voz alta:
"¡Señor, Hijo de David!" (Sólo los Judíos se dirigían a Jesús como el
"Hijo de David ") Jesús no le respondió. Su silencio hizo que dejara
de fingir y clamó: "¡Señor, socórreme!"
Sólo cuando sus pretensiones se desvanecieron ella vio la
gracia de Dios extendida hacia ella. Jesús abrió camino para que ella reciba su
milagro a pesar de que aún no había llegado el momento para que los gentiles
recibieran Sus bendiciones. Él le dijo: "No está bien tomar el pan de los
hijos y echarlo a los perrillos."
Muchas personas podrían sentirse ofendidos al haber sido
llamado "perro". En realidad, la palabra griega usada aquí por Jesús
significa "cachorro", y es por lo tanto un término afectuoso en lugar
de uno ofensivo. Así que esta mujer no se sintió ofendida. De hecho, ella supo entonces
que podía recibir sanidad para su hija porque incluso los cachorros pueden
comer lo que cae de la mesa de sus amos.
Vio que las migajas bajo la mesa del Maestro eran
suficientes para un gentil, para una "cachorrita" como ella. Debes
entender que los Judíos entonces consideraban perros a los gentiles. Pero lo
que Jesús estaba tratando de decir es que Él fue llamado primeramente a los Judíos,
no a los gentiles. Sin embargo, Él amaba a esta mujer gentil y a su hija lo
suficiente como para proporcionar un "vacío legal" para que ellas
recibieran su milagro.
Así que cuando la mujer cananea tomó su lugar al dejar de
usar el título "Hijo de David" y al apoyarse solamente en la
compasión de Jesús hacia ella, su hija fue sanada desde aquel momento.
Si Dios estaba dispuesto a extender Su gracia a un gentil,
cuánto más lo hará por ti, ¡su hijo amado! No tienes que depender de las apariencias
para recibir un milagro de Dios. Ven como eres y apóyate en Su gracia. Si Dios
entregó a Jesús por nosotros, ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas?
(Romanos 8:32)
Tomado de Joseph Prince: “Daily Grace Inspirations”
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